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Mi hijo no es un hijodeputa


Al charlar, desde nuestra cotidianidad, son muchos los temas que pasan entre las horas: las clases, el trabajo, algún chisme; la vida tiene un móvil en automático que nos dirige por varios temas que, a su vez, traen consigo las emociones. En el calor de las conversaciones, una que otra palabrota se sale de nuestra boca, siendo la más común hijo de puta; la usamos muy fácil pero se han puesto a pensar qué significará ser un hijo de una puta. La prostitución es aquel trabajo milenario que dio para hablar a la humanidad, si a esto le sumas un hijo, puede que las opiniones se arrojen como piedras ¿tú qué piensas? Quizás tengas tu opinión, negativa o positiva, pero permíteme hablar un poco sobre la prostitución y la labor materna.

De primera mano saldrán muchos a decir que la prostitución no es un trabajo, ya sea por la falta de reglamentación, por el no pago de impuestos, la clandestinidad de su labor, etc. Es verdad, la falta de visibilidad a la prostitución como un trabajo ha permitido que esta se haya empleado desde la clandestinidad, pero en Colombia el 70% de empleos se manejan en esta modalidad. Se le puede denominar como un trabajo independiente (la vendedora de tintos en los juzgados o quien vende por catálogos) son personas que manejan su propio tiempo y no están en una reglamentación rigurosa desde el Estado. Si este es tu criteriocuidado puesto que son muchos los trabajos informales que no se ven como negativos. Ahora bien, otros dirán que ganan mucho dinero en poco tiempo, pero dependiendo el trabajo se organizan los honorarios al no tener un horario fijo, sus ganancias se pueden comparar con un vendedor por comisión: si no vende no hay sueldo.

También se argumenta sobre qué clase de vida se le puede dar al menor, tengamos en cuenta tres casos: el primero, donde una madre entra a la prostitución por deber para sacar a sus hijos adelante y se queda por la estabilidad; el segundo, un mujer ingresa por falta de dinero y con el tiempo tiene a su hijo; allí, decide abandonar dicho trabajo pero las ofertas de trabajo son casi nulas; y el tercero, donde la afinidad hacía el trabajo hace que ingrese a la prostitución y no lo quiera dejar por más que tenga hijos. Ahora bien, podemos ver en los tres casos que no es el oficio el que define cómo será la madre, más bien, son las actitudes que ella tenga frente a la vida y sus metas las que permitirán un cambio o no de su vida. De la misma forma, ninguno de los casos mencionados anteriormente pueden darnos criterios para saber si su papel de guía está siendo bien ejecutado.

¿Y el padre? Acaso sabe de quién es. Si y no, depende de su vida sexual, pues muchas mujeres entran a tener una vida polígama y no significa que sean trabajadoras sexuales. De la misma forma, ser prostituta no significa que tus cuidados se den por nulos ya que se pueden tener varias relaciones pero estar decidida a tener hijos con un solo hombre. Hoy en día los hogares colombianos, en su mayoría, son conformados por las familias no nucleares (madre, padre e hijos) y eso no ha sido impedimento para los menores de salir adelante convirtiéndose en personas exitosas. La comunicación es el móvil que permite afrontar cualquier situación que se presente, la madre es quien debe dejar los prejuicios y hablarle de qué sucede cuando se va a trabajar. Gracias a la desinformación ser hijo de prostituta se convierte en un tormento, casi siempre social, para arrinconarlo con la gran PUTA, palabra usada con tono despectivo.

Quitemos de la prostitución el sinónimo de mujer de la vida alegre, todas (maestras, alumnas, madres e hijas) son mujeres de la vida alegre si se lo desea pues son los momentos de felicidad y las motivaciones las que permiten darle un rumbo hacia el final feliz. Ser hijo de una prostituta o de una azafata, una tendera, etc., es igual que cualquier otro pues cada madre aprende en la marcha sobre lo bueno y lo malo, sobre qué enseñar y qué omitir. Es en el calor del seno materno donde se construye la humanidad y no desde donde se trabaja.

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