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El tiempo de Esperando a Godot


Esperando a Godot es la obra más conocida del nobel irlandés Samuel Beckett. El mismo título nos revela el propósito de la “trama”. Dos hombres, Vladimir y Estragón, esperan a Godot, quien es un compañero suyo. Mientras lo esperan, conocen a Pozzo, un comerciante que lleva a otro hombre como si fuera su caballo y quien además le carga el equipaje, Lucky. Más allá de la mera conversación, o de acciones mínimas que no construyen ningún hilo argumental, como quitarse o ponerse los zapatos, la obra pareciera no construir nada. Dado que son dos actos en los que nada cambia, tendríamos que nada ocurre en la obra dos veces; y si a eso le sumamos que los hechos ocurridos durante el acto uno son olvidados por todos los personajes salvo por uno, Vladimir, en el acto dos, obtendríamos que ni siquiera esas pequeñas cosas han ocurrido alguna vez, ya que podrían ser solo un sueño o una alucinación.

Diferente a la idea de Vladimir como soñador de toda la obra, podemos hacernos conscientes, junto con él, que el tiempo es cíclico dentro de la obra justo cuando aparece un niño para anunciarles que Godot vendrá al día siguiente. La reacción de Vladimir al verlo por segunda vez es seguramente la de cualquiera: adelantarse a las palabras del pequeño para confirmar, que en efecto, iba a decir lo mismo que ya había dicho antes. Otro acto que confirma la repetición es el hecho de que Pozzo y Lucky vuelven a pasar frente a Vladimir y Estragón. De manera que en Esperando a Godot estamos ante un tiempo cíclico que no lo otorga el narrador, como en Cien años de soledad o Cóndores no entierran todos los días, sino que ocurre en la historia misma.

Sin embargo, Beckett sitúa al espectador y a Vladimir en un lugar ambiguo, donde el tiempo acaba de hacerse cíclico o donde siempre lo ha sido y sólo un personaje llega a darse cuenta. Lo primero puede sustentarse con la sorpresa que le causa a Vladimir descubrir que todo se repite, pero ¿no comenzó la obra Esperando a Godot tal y como va a hacerlo el resto de sus días? Es ahí donde no puede precisarse qué ocurre en la obra. Más allá de la respuesta típica: no ocurre nada, enfrentamos una obra que pone en crisis conceptos como el tiempo o como la realidad misma.

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