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¿Es Latinoamérica parte del futuro?


Muchos de los avances científicos y tecnológicos de la actualidad originalmente fueron creaciones de la fantasía. Los submarinos de Verne; la Multivac de Asimov; los viajes a Júpiter en 2001, Una Odisea Espacial de Arthur C. Clarke, fueron semillas de la imaginación para las máquinas actuales, la internet y las sondas espaciales. De la misma manera los avances que llegarán en el futuro son la fantasía del ahora, parte de la cual ya comienza a materializarse, por ejemplo, con la integración entre hombre y computadora, la mezcla del mundo físico y el cibernético a través de los juegos de realidad virtual y realidad aumentada. El campo inicial de estas ideas prospectivas ha sido el de la ciencia ficción, pues se ocupa de extrapolar la realidad a otros lugares y tiempos enmarcándose en lo que sería posible dentro de las reglas (conocidas o por descubrir) de nuestro universo. Sin embargo, aunque pareciera que ciencia, tecnología e imaginación del devenir son algo que atañe a toda la humanidad, al buscar cómo las culturas y sociedades aparecen representadas en éstas áreas, vemos que muchas ni siquiera se mencionan.

Al hablar de autores y cineastas he nombrado europeos y norteamericanos. Sus países, sumando potencias asiáticas como Japón y China, son los referentes cuando de ciencia ficción se trata. Es de esperarse, pues principalmente de allí es en donde surgen los grandes avances científicos y tecnológicos, son la fuente de la mayoría de dispositivos electrónicos, máquinas, medicinas, modelos económicos y educativos, entre tantas otras cosas que se usan en todo el mundo. ¿Y qué pasa con el resto de naciones, incluyendo las latinoamericanas?, ¿es que, acaso, esas sociedades no tienen una proyección de su futuro, no aportan a los avances mencionados?

La respuesta es que sí la tienen y que sí aportan, pero su visibilidad es poca o inexistente. Me referiré al caso de Latinoamérica, porque es el que conozco mejor, peros é que en África y Asia las situaciones no son muy distintas. El avance tecnológico y la ciencia ficción están ligados de modo que la cantidad de producción en un campo es proporcional a la cantidad de producción en el otro. Históricamente, los países latinoamericanos han tenido un rol de consumidores y el rol de productores ha sido marginal: los avances científicos, las herramientas tecnológicas, los modelos educativos, económicos, etc. que usamos en todos los aspectos de nuestrasv idas, son importados. Lo mismo pasa con algunos productos culturales, como es el caso del libro, en el que es mucho más fácil encontrar volúmenes de autores anglosajones que de autores de nuestros países vecinos (para conseguir un libro de ciencia ficción venezolana o argentina, hace falta contactarse directamente con el autor) más aún, es ya de por sí una rareza encontrar en librerías un libro de ciencia ficción colombiana. En cambio, las obras de Asimov, Dosctorow, Orson Scott Card y decenas más abundan en los estantes. Así mismo, los latinoamericanos vivimos con un futuro que no es el nuestro, con cine y literatura de ciencia ficción en la que los protagonistas no somos nosotros, los eventos importantes no se desarrollan en nuestros territorios, lo trascendental no nos toca.

Ilustración: Axxón 275, de Ferran Clavero. Axxon.com.ar

Hay abundancia de escritores y gran calidad literaria, pero éste es un género desplazado por el contenido extranjero, más que cualquier otro. Los lectores locales se sienten poco atraídos porque no asocian a sus connacionales con el futurismo, las editoriales evitan publicarlo porque es un gran riesgo comercial. Afortunadamente, la ciencia ficción latinoamericana, que entre otras cosas surgió a la par de la anglosajona, se ha mantenido activa desde su nacimiento. Por supuesto, siempre ha sido una literatura de círculos muy pequeños, en los que los roles de lectores y escritores se entremezclan y todos terminan conociéndose como en un pueblito o una familia. Hay ejemplos notables, el más grande de ellos la revista argentina Axxón, guiada por Eduardo Carletti, así como las revistas NM y Próxima. La ciencia ficción en estos lares siempre ha sido una semilla, que posiblemente siga guardada para lo que nos queda de historia o pueda ser que algún día germine y crezca como se ha escrito tantas veces, ojalá como una predicción, de las plumas de nuestros autores.

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