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Desacelerando la rutina

Vivimos en un mundo en el que la vida se desenvuelve a un ritmo vertiginoso. Desde niños nos vemos envueltos en una rutina acelerada: levantarse temprano, bañarse, vestirse, desayunar, partir para el colegio y no llegar tarde (aquí se incluye estar listo para que la ruta no nos deje), a esto le sigue el tiempo que se le dedica a la jornada estudiantil. Al terminar la misma, llega la tarde y con ella la hora de almorzar, la siesta, las tareas y repasos. Sin darnos cuenta, se hace de noche y aún se está con las tareas, las cuales se interrumpen para ir a comer, se retoman y finalmente es hora de irse a dormir. Esta rutina puede tener variaciones sobre todo cuando el niño, niña o joven tiene alguna actividad para “aprovechar el tiempo libre”, tales como practicar algún deporte o arte, pertenecer a alguna comunidad o asistir a espacios extracurriculares que ofrece el colegio.

Si trasladamos esas situaciones al mundo adulto, el panorama no varía mucho, la jornada estudiantil cambia por la laboral y las tareas del colegio son reemplazadas por las obligaciones del hogar y el “tiempo libre” se hace más escaso.

Como resultado de esta escasez, nos encontramos con niños, jóvenes y adultos que se sienten presionados por lo que tienen que hacer y que no encuentran, cómo hacer rendir el tiempo, manifestando este padecimiento de diferentes formas: ansiedad, agresividad, depresión, apatía, entre otras.

Frente a esta problemática se sugieren muchas alternativas para relajarse y encontrar un espacio para uno mismo, algunas son: meditar, hacer Yoga, practicar algún deporte, ir al gimnasio, pasear a las mascotas o salir a caminar. La lista puede continuar, pero todas las actividades que se sugieren tienen un elemento en común, tiempo, si ese mismo que sentimos tan escaso y por el cual nos estresamos.

El propósito de este artículo es compartir tres actividades, las cuales podemos hacer desde nuestra casa o trabajo, aprovechando esos pequeños ratos libres que logramos arrebatarle a la rutina. Estas actividades son: pintar mandalas, hacer origami (papiroflexia) o elaborar una manualidad. La ventaja de estas tres actividades es el corto tiempo que requieren para elaborarlas, además que comparten beneficios que ayudan al cerebro a desconectarse de la rutina.

Abstracción: la acción de pintar, plegar el papel o decorar un objeto, nos permite ocupar nuestra mente y alejarla de los pensamientos que nos apremian, lo que permite relajarnos al dejar de pensar en lo que tenemos pendiente por hacer.

Refuerzo de la autoestima: el resultado final de las tres actividades tiene un valor estético, que con la práctica mejora, al ser algo realizado por nosotros refuerza nuestra confianza en lo que hacemos.

Mejora la concentración: mantener la simetría entre lo que se está pintando, doblar el papel de la forma correcta o unir y decorar partes para obtener un resultado, son pasos de un proceso y seguir las instrucciones o mantener el formato que tenemos en mente, son acciones que mejoran nuestra capacidad para concentrarnos en lo que hacemos.

La lista puede seguir pero es en estos tres beneficios que radica la importancia de realizar estas actividades, ya que son los que nos permiten aquietar la mente y poder darnos en un espacio corto de tiempo, siendo así una forma de escapar un rato de las actividades rutinarias y darle un empujoncito a la relajación que tanto necesitamos.

Ya saben: la próxima vez que se sientan agobiados por la rutina y la escasez de tiempo, los invito a tomar ya sea su caja de colores, una hoja de papel o los implementos necesarios para una manualidad, buscar un lugar cómodo y durante un rato dejar que la imaginación vuele y permita a nuestro cerebro descansar de tanta falta de tiempo.

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